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Mostrando las entradas etiquetadas como resistencia pacífica

Memoria para construir paz

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Palabras leídas en el marco del Encuentro Regional: Periodismo y Comunicación para la paz en los Montes de María. El Carmen de Bolívar, 12 y 13 de febrero  de 2016. Hace 20 años la vida nos juntó en torno al propósito de transformar la realidad a través de la palabra. Veníamos de mundos diferentes, cada quién traía consigo su historia, su camino y su propia versión de presente y de futuro;  no había manera siquiera de sospechar que tuviéramos mayor cosa en común y que pasaríamos tantos años caminando el camino acompañados. Al poco tiempo, de tanto hablar, a punta de escucharnos y de tanto andar y de reírnos, nos fuimos convirtiendo en movimiento. Juntos aprendimos del inmenso poder de la palabra y sumamos los empeños para que el relato público se volviera diverso, incluyente y democrático; apostamos por la comunicación ciudadana e hicimos de este empeño una manera de ser y estar en la vida. En estos 20 años hemos trabajado, hemos discutido y nos hemos de...

Oír a los demás: La comunicación como posibilidad de reconciliación

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16 años, ya casi dos décadas recorriendo este país de punta a punta y en los rincones más recónditos. Allí donde nada es fácil, donde todo es escaso, donde la gente se hace invisible para sí misma y para los demás. Allí donde incluso la palabra es un privilegio que solo unos pocos se pueden permitir. Años y años acompañando a las comunidades a hacer radio, oyendo cientos de historias mínimas y cotidianas, en todos los acentos, colores y sabores que este país diverso es capaz de producir.  Son muchos los kilómetros recorridos, los suficientes como para hacer un alto, mirar atrás y preguntarse por las lecciones aprendidas. Todo tiene que ver con la comunicación. Con el acto mágico de ponerse en el lugar de los demás y, por un instante, hacer nuestras sus historias, sus problemas, sus alegrías, sus penas y sus sueños. De eso se trata la comunicación en su sentido más profundo. De su poderosa capacidad de hacer posible la empatía y, una vez allí, en el lugar de los demás,...

Llegaremos a tiempo

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Fue hace solo unos meses, por casualidad, así como ocurren tantas cosas importantes en la vida. Pedaleaba sin prisa y sin rumbo fijo por la red cuando la canción se me atravesó en el camino y, sin siquiera pedir permiso, se instaló en un lugar recóndito del alma. Si te arrancan al niño, que llevamos por dentro, si te quitan la teta y te cambian de cuento, no te tragues la pena, porque no estamos muertos... llegaremos a tiempo. Me detuve y la oí, y la volví a escuchar una y otra y otra vez. A los pocos minutos ya me la sabía y unos días después la cantaba una y otra y otra vez, en silencio, para mí, tejiendo un lazo inquebrantable con aquella metáfora de la esperanza. Leía, hablaba y escribía sobre las víctimas del conflicto armado y allí sonaba en segundo plano, llegaremos a tiempo. Intensas jornadas discutiendo el papel de la memoria en los procesos de reparación a quienes lo han perdido todo, sus seres queridos, sus tierras y su cultura; y no dejaba de oírla, llegaremos a tiempo....

Perdiendo la coraza

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Eran las 2 de la tarde y, para todos, la primera clase en la carrera de historia. Juan Carlos, el profesor,  apareció, y empezó a hablar del presente y no del pasado como estábamos esperando. -“ En cada instante del presente hay condensados cientos, tal vez miles de años de historia ”- empezó a decir. “ No somos otra cosa que el resumen de la historia de millones de personas que vivieron antes que nosotros y que, colectivamente, han construido lo que hoy somos ”-.  La idea me encantó, implicaba reconocer que no somos nada sin los otros; que lo que pensamos, en lo que creemos y cómo actuamos, se ha ido configurando a partir de la forma de ser, de creer y de actuar de otras personas en el pasado y en el presente. Me pareció que acercarme al pasado para entender el presente era una buena manera de empezar mi nueva vida. Después de haber estudiado música desde que tenía uso de razón, dejaba la orquesta a un lado con la idea de convertirme en historiadora; y éste, se me antojaba ...

La felicidad monta en bicicleta

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Hay instantes que se quedan para siempre, tal vez porque resumen momentos esenciales de la vida. Allí estábamos, no recuerdo bien cuántos ni quiénes. Seríamos unos 25, habíamos pedaleado unas 4 horas y aún no lográbamos salir de ese estado de fascinación que producen los paisajes imponentes. Recorríamos el Delta del río Ebro en Tarragona y estábamos a punto de llegar a la playa donde nos disponíamos a recoger mejillones entre las rocas. Recuerdo muy bien aquel momento, sobre la bicicleta, con el viento en la cara y bajo un sol radiante de primavera. En ese instante hice consciente algo que, con los años, ha resultado ser verdaderamente liberador; la certeza de que, aun siendo mayor, no necesito mucho para ser feliz. Han pasado casi 11 años desde aquel instante, pero cada vez que subo a mi bici hay algo que me recuerda esa revelación. C ada vez que monto en bicicleta,  sin importar cuánto tiempo haya pasado, vuelvo a ser una niña y confirmo, una vez más, que tengo la habilidad de...