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Mostrando las entradas etiquetadas como Medio Ambiente

Una bicicleta para volar

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Pues cómprate una bicicleta para ir a la universidad, dijo Oscar mientras yo lo oía con fascinación. ¿Una bicicleta? La idea de subirme en una bicicleta y desafiar el caótico tráfico Bogotano sonaba descabellada. No había ciclorrutas, los buses se enfrentaban a muerte en la “guerra del centavo”, no se respetaban ni las más mínimas normas de tránsito y las calles eran sitios peligrosos donde se imponía la ley del más fuerte. Pensar en la cicla era realmente una locura... pero en 1993, veinte años atrás, las locuras ejercían en mi una poderosa atracción, difícil de resistir (igual que ahora). Además, definitivamente, necesitaba ahorrar dinero si quería llevar a buen término mi proyecto de independizarme, a pesar de estar cursando los primeros semestres de carrera. Pagué mi bicicleta con canciones, literalmente, y me llevé la “todoterreno” más barata que existía. Era verde, no tenía cambios y pesaba tanto como mis ganas de beberme la vida a borbotones. Aquel día guardé mis libros d...

El agua que nos da la vida

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El 2011 fue un año para pensar en el agua y en la vida. Las lluvias, sumadas a una mala gestión ambiental, inundaron gran parte del país y desataron una de las peores crisis humanitarias en Colombia. Millones de personas lloraron viendo como el agua se llevaba lo poco, o mucho, que tenían.  Por otra parte, ante la dramática posibilidad de que la industria minera pueda acabar con nuestras reservas acuíferas en los páramos y en las zonas rurales, salimos a las calles y gritamos. Gritamos en Bogotá, en Bucaramanga, en Tabio y en otras poblaciones del país. Gritamos con la convicción de quien ve su presente y su futuro seriamente amenazado. Gritamos que preferimos quedarnos con el agua, que nos da la vida, y no deslumbrarnos con el brillo vanidoso del desarrollo consumista. Y como si no pudiera ser de otra manera, mi 2011 terminó con un homenaje al agua y a la vida frente al glaciar Perito Moreno en Argentina.  Fotografía: Tatiana Duplat Para qué palab...

Nos necesitamos

Crecí a orillas de dos de los ríos más grandes y caudalosos del mundo, en Puerto Ordáz, al oriente de Venezuela, allí donde el Orinoco se encuentra con el Caroní antes de desembocar en el Atlántico. Teníamos un pequeño bote con motor fuera de borda en el que recorrimos el Caroní infinitas veces con mi viejo, mis hermanos y, algunas veces, mi mamá. La presencia de los ríos y la imponencia de sus raudales nos recordaban permanentemente la justa dimensión de lo humano en relación a la naturaleza. Aquella belleza e inmensidad del paisaje siempre me inspiró respeto. A pesar de que alguna vez estuvimos a punto de dejar allí la vida, en ningún momento se me ocurrió pensar que el río podría llegar a ser una amenaza para la población. Viviendo en Bogotá, entre las montañas de los Andes, mi relación con los ríos cambió sustancialmente, casi casi hasta el punto de olvidarlos por completo. Hace unos meses, con el inicio de la temporada de lluvias en Colombia, los ríos volvieron a adquirir una...