Hechos extraordinarios en cosas simples

No podía imaginar que justo en aquel momento, cuando el viejo avión tocó tierra, mi vida cambiaría para siempre. Habíamos aterrizado en la mitad de la selva, en Inírida, la capital del Departamento del Guainía, en la frontera entre Colombia y Venezuela. Aquel año, 1996, el Estado Colombiano había iniciado un proceso de regulación de la prestación del servicio de radiodifusión sonora, el cual reconocía a la Radio Comunitaria como un escenario para la construcción de democracia. Nuestra misión, como parte del Ministerio de Cultura, era brindar herramientas a las comunidades para que crearan y desarrollaran allí espacios de participación y empoderamiento ciudadano. Guillermo nos recogió y de inmediato nos llevó a la escuela en la que funcionaba la emisora Custodia Estéreo la cual cubría el municipio de Inírida.
Foto: Carlos Eduardo Álvarez Chalarca
En el camino fuimos sorprendidos por algo realmente impresionante, una enorme serpiente que se hallaba erguida intentando cruzar la carretera. Este tipo de serpientes son llamadas Talla X debido a que su talla es “extra grande” y son consideradas en extremo peligrosas. Yo estaba aterrorizada al verla, pero fue mucho más sorprendente darme cuenta de que Guillermo ni siquiera parecía notarla. Unos días después entendería qué tan relativo puede ser el sentido de las prioridades cuando se vive en un contexto tan complejo. En esta región de selvas espesas la belleza del bosque tropical húmedo convive con los grandes desafíos de la historia contemporánea de Colombia. La región ha sido impactada por los efectos letales del narcotráfico, la presencia de grupos armados ilegales, la marginalización de las comunidades indígenas, la explotación ilegal de oro, la circulación constante de los mercados negros y el contrabando y la degradación del medio ambiente. Bajo esas circunstancias, ¿cómo esperar que Guillermo se sobresaltara con una culebra? Entendí que Guillermo no necesitaba grandes acontecimientos para sorprenderse, al contrario, él tenía el don de reconocer hechos extraordinarios en cosas simples.
Foto: Carlos Eduardo Álvarez Chalarca
Llegamos a la escuela y Jeanine, quien era mi jefe en ese momento, empezó el taller hablando acerca de la radio comunitaria. Explicó cómo la nueva emisora del colegio podía convertirse en una oportunidad para que los jóvenes se expresaran y fueran tenidos en cuenta por el resto de la comunidad. Guillermo y sus estudiantes sabían muy bien esto. Aunque el hecho de expresarse pudiera parecer algo simple, él entendía que, en ese contexto, se trataba de un hecho extraordinario. Los chicos empezaron a hablar y a discutir, y en cuestión de horas, estaban argumentando fuertemente sus ideas. Cuatro días después habían producido sus propios programas radiales acerca de sus propios intereses. Ellos, hombres y mujeres jóvenes, hablaron de sus sueños; nos contaron que no querían vivir sus vidas como recolectores de coca o raspachines, como se les llama en Colombia. Nos contaron que no querían hacer parte de un conflicto estúpido que solo ha dejado muerte, dolor y destrucción. Dijeron en sus programas que solo querían estudiar, tener buenos trabajos, amar a alguien... ser felices. No estaban pidiendo hechos extraordinarios, pedían cosas simples que, en el contexto de Inírida, parecían imposibles. 

Foto: Donaldo Gamez
Cuando el taller terminó los estudiantes estaban muy orgullosos porque sus programas serían escuchados por toda la gente de Inírida. Eran conscientes del poder implícito en el hecho de decir cosas en la esfera pública, especialmente en un lugar donde la esfera pública era minúscula. Sabían que habían sido empoderados en su capacidad de ejercer influencia en los asuntos de interés colectivo, pero también sabían que si querían ser escuchados tendrían que producir programas de calidad, y esto implicaba desarrollar habilidades para contar historias. Tendrían que estudiar y aprovechar al máximo la escuela. Su profesor, Guillermo Pérez, lo sabía muy bien, por eso había montado la emisora en el colegio. Volvimos a Bogotá y entendí que un nuevo camino había aparecido para mi. Un nuevo camino que me conduciría a trabajar, hasta el día de hoy, vinculando  los campos de comunicación, ciudadanía y derechos.

Después de nuestra visita a Inírida Jeanine y yo fuimos a muchos pueblos y pequeñas ciudades a realizar talleres y a impulsar el proceso organizativo de la radio comunitaria. También fuimos a aprender sobre cómo diferentes contextos, con diferentes problemas y necesidades, podrían enriquecer nuevas políticas en el campo cultural y ciudadano. Fue un recorrido muy largo como parte del Ministerio de Cultura que, en mi caso, duró cerca de una década. El viaje ha continuado pero desde Caracola Consultores, nuestra propia organización. Durante los últimos 18 años hemos sido testigos del crecimiento y consolidación de un movimiento de comunicación ciudadana y comunitaria que a la fecha se expresa en 650 emisoras comunitarias agrupadas en 26 organizaciones. Algunos de esos realizadores de radio han incursionado en el campo de la producción audiovisual y, en algunos casos, han creado escuelas donde enseñan a los niños a contar historias a través de los medios. En todos los casos, unos más desarrollados que otros, se trata de espacios de comunicación en los que se discuten asuntos de interés colectivo del nivel local. Adicionalmente Colombia cuenta con un amplio marco institucional y regulatorio que permite al Estado responder a las necesidades de este sector. Todos estos factores han hecho de la radio comunitaria, y de los procesos de comunicación ciudadana, escenarios estratégicos para la construcción de democracia y el fortalecimiento de los derechos humanos. Por su puesto, no todo es fácil, de hecho es muy difícil. La radio comunitaria afronta grandes desafíos asociados al hecho de comunicar en contextos donde operan los grupos armados ilegales. Estas emisoras trabajan en pequeñas poblaciones donde es casi imposible lograr financiación, y dónde es difícil encontrar gente capacitada en la producción de programas. Más difícil aún resulta vincular gente de las organizaciones sociales que reflejen en la producción radial sus intereses y perspectivas particulares.
Foto: Javier Espitia
En el camino he tenido la oportunidad de conocer experiencias maravillosas alrededor del país y, como Guillermo, he aprendido a reconocer hechos extraordinarios en cosas simples. Todos estos años trabajando con comunidades he estado aprendiendo a sorprenderme incluso con las manifestaciones más sutiles de la vida. Muchas de esas comunidades han encontrado formas inusitadas de continuar con sus vidas aún en medio del conflicto, la corrupción, la pobreza, el narcotráfico y el abandono por parte del Estado. Las emisoras comunitarias, y en general, los espacios de comunicación comunitaria han sido escenarios para discutir colectivamente esas formas de ver y de vivir la vida. Contar una historia acerca de cómo construir un barco de juguete y hacerlo flotar río abajo es una expresión contundente de resistencia colectiva en Belén de los Andaquíes (Departamento del Caquetá), un contexto donde los grupos armados presionan por controlar la vida cotidiana, aún en sus más mínimos detalles.
Imagen del video El Barco producido por la Escuela Audiovisual Infantil de Belén de los Andaquíes
Imagen del video El Barco producido por la Escuela Audiovisual Infantil de Belén de los Andaquíes

Más directamente, y en aquellos sitios donde ha sido posible, la radio comunitaria ha sito utilizada para hablar abiertamente sobre el conflicto armado y sus efectos. En el año 2008 la emisora comunitaria de Sardinata, una pequeña población del Departamento de Norte de Santander, ganó un premio nacional otorgado por el Ministerio de Cultura por la producción de un programa sobre el desplazamiento forzado. A través de la historia de una familia campesina que fue obligada por los paramilitares a abandonar su tierra, el programa explora este problema desde diferentes perspectivas. El programa fue producido en el marco de la estrategia nacional Radios Ciudadanas la cual promueve el empoderamiento y el fortalecimiento de los derechos vinculando ciudadanos a la producción radial.
Fuente: http://radiosciudadanascolombia.blogspot.com/

En todos estos años quienes hemos seguido de cerca el movimiento de la radio comunitaria en Colombia hemos entendido que el poder de la comunicación ciudadana radica en que la gente pueda expresarse en la esfera pública, sin importar si lo hace a través de la radio, el video, el cine, el teatro u otro medio de expresión. En los Montes de María, una región sitiada por los paramilitares en el año 2002, un colectivo de comunicación ciudadana desafió a la violencia a través de un cineclub y una buena dosis de imaginación. Esta organización llamada Colectivo de Comunicaciones Montes de María creó el “Cineclub Itinerante la Rosa Púrpura del Cairo”, una especie de cinema móvil que recorría la región presentando películas famosas y cortos documentales producidos por ellos mismos. Las películas eran proyectadas en la noche sobre varias sábanas que la comunidad había cosido y que servían como telón. 
Foto: Rosángela Roncallo Bayuelo - Colectivo de Comunicaciones Montes de María

A las 6 de la tarde, justo cuando empezaba el toque de queda impuesto por los paramilitares, la gente tomaba en masa la calle para ver las películas sin que los armados pudieran hacer nada para detenerlos. La gente aprovechaba las películas para encontrarse, para hablar, para estar juntos de nuevo. Los armados veían esto como un acto inofensivo, pero en realidad se trataba de una forma sutil de resistencia pacífica. Desde ese momento hasta ahora, el cineclub ha llegado a los rincones más alejados de los Montes de María y de otras regiones, a pesar de que aún hay grupos armados tratando de controlar aquellos territorios. 
Foto: Colectivo de Comunicaciones Montes de María

Soraya, la directora del colectivo de comunicaciones, y mi buena amiga, me contó cómo habían tenido que transportar todo el equipo en chalupas o pequeñas canoas de madera para llegar a los pueblitos más alejados de la rivera del Río Magdalena. Aún hoy el cineclub es utilizado en el marco de estrategias pedagógicas sobre derechos humanos y a estas alturas ha acumulado un gran número de cortos documentales producidos por la gente de las comunidades. En el año 2010, el Colectivo de Comunicaciones organizó el Festival Audiovisual de los Montes de María en el cual se presentaron documentales realizados por campesinos víctimas del conflicto armado. Por primera vez la región pudo ver y oír las historias de las víctimas contadas en sus propios lenguajes y desde sus propios puntos de vista.
Foto: Colectivo de Comunicaciones Montes de María
En Colombia, el movimiento de radio comunitaria ha promovido un movimiento más amplio de comunicación ciudadana. Se trata de un movimiento interesado en utilizar la comunicación para impulsar cambios sociales. Miles de voces ciudadanas que construyen ciudadanía a través de sus historias cotidianas.... de eso se trata este movimiento. Mucho se ha logrado, pero aún falta mucho más por hacer. En unos pocos días mi compañera Jeanine y yo empezaremos un nuevo proyecto que busca promover los derechos humanos en comunidades que han sido afectadas por el conflicto armado. Hablar de derechos humanos en contextos afectados por el conflicto puede ser peligroso. Peligroso para nosotras y peligroso para la gente que participará en este proyecto. Por eso es muy importante encontrar, siempre con las comunidades, formas sutiles de contar y hablar sobre los derechos. Una manera, que ha funcionado en el pasado, es intentar abordar los derechos humanos desde una perspectiva positiva, no desde el punto de vista de las violaciones. En estos contextos denunciar y responder a la violación de los derechos humanos corresponde a sectores como las fuerzas armadas, los organismos de justicia y las ONG especializadas en este campo, no a la comunicación ciudadana.
Foto: Caracola Consultores
Cuando hablamos de una “perspectiva positiva” nos referimos a los derechos humanos como un conjunto de valores que incluyen el respeto, la tolerancia y la empatía, la habilidad de ponerse en los zapatos del otro. Pero también nos referimos a los derechos humanos como un conjunto de conocimientos y habilidades que permitan utilizar estos conocimientos en situaciones específicas. Queremos brindar herramientas para que la gente reconozca los derechos humanos en sus experiencias cotidianas: ir a la escuela, reunirse con los amigos, opinar sobre lo que pasa en el pueblo, salir de noche, tener un buen trabajo, tomar decisiones sobre su propio cuerpo... cientos de vivencias que expresan y hacen evidente el ejercicio de los derechos humanos. Derechos que tenemos por el solo hecho de ser humanos... de eso se trata la dignidad.

Pero también sabemos que no podemos sobre estimar el papel de la comunicación. Para que las historias sobre los derechos humanos tengan un efecto positivo en las comunidades deben combinarse con estrategias de seguridad, con la presencia efectiva de las instituciones y con el fortalecimiento de las organizaciones de la sociedad civil. La comunicación ciudadana es una pieza en el mecanismo democrático. Una pieza muy importante, pero para hacer que el sistema funcione y lograr un ambiente que garantice los derechos humanos para todas las personas, es necesario trabajar con las otras partes. A pesar de que llevamos muchos años trabajando en este campo el desafío nos resulta inmenso. Sabemos que al trabajar en esas condiciones, en medio del conflicto, no siempre podemos esperar progresos lineales. Muchas veces tenemos que regresar para ajustar las estrategias con las comunidades, porque solo ellas saben qué es más apropiado en cada momento específico. También sabemos que las estrategias deben reconocer e incluir los aprendizajes acumulados de cada comunidad. No estamos inventando nada nuevo, nuestra tarea es reconocer las lecciones aprendidas sobre cómo vivir, aún en las peores condiciones – algo realmente extraordinario para nosotras – y tratar de extender, fortalecer y amplificar este saber a través de las estrategias de comunicación. 
Foto: Caracola Consultores
Nuestro trabajo aún consiste en reconocer hechos extraordinarios en cosas simples. Muchas gracias.

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Comentarios

  1. Excelente...!!! felicitaciones y vamos siempre para adelante!!! Soraya Bayuelo Colectivo de Comunicaciones Montes de Maria Línea 21.

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    1. Contigo y con Jeanine, el lema de Custodia estéreo 102.1 fm adquirió luz y ganó en sentido: ESPACIOS PARA LA COMUNICACIÓN Y MEDIOS DE PARTICIPACIÓN...gracias y abrazos para las dos...Guillermo

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  2. Sora, Guillermo, gracias a ustedes por tantas enseñanzas.... y por la visita. Va abrazo de regreso

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  3. Apenas hasta hoy lo leo con calma... este tipo de reflexiones lo único que me dicen es que desde lo chiquito que a diario somos, construimos una red infinita de posibilidad para este caótico mundo! Un abrazo gigante para mi mujer esperanzadora, por sus relatos y a los amigos de la onda social y comunitaria, por mantenernos, siempre, en este canal! Aleja Muñoz

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    1. Aleja!! A penas hoy tengo un minuto para responderte gracias por tus palabras y por tu presencia permanente. Un abrazo

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