Bailar empodera: Una mirada a los Derechos Humanos desde historias cotidianas
Desde dónde yo estaba parada, aquellos niños se veían como una manada de jirafas corriendo alegremente por el campo. Eran unos 10, 15 niños, y entre ellos, una chica que no podía parar de sonreír; con una de esas risas contagiosas que se irradian y hacen que todo alrededor se ilumine y parezca mejor de lo que es. Era imposible no mirarlos, tan seguros de si mismos, tan arriba, tan divertidos, tan amigos. Llevaban varias horas subidos en los zancos bajo el sol inmisericorde de Tumaco, pero esto no parecía afectar en nada su felicidad. Igual que todas las semanas, desde hace varios meses, ese día, en ese momento, solo había tiempo y espacio para la buena fortuna de estar juntos. Mientras aquellos pequeños gigantes hacían sus acrobáticas demostraciones, el orgulloso instructor nos explicaba cómo esta sencilla actividad está transformando, para mejor, la vida de cada uno de estos niños, y a través de ellos, la de sus comunidades. “ Los zancos nos han permitido pasar por encima de las...