Una bicicleta para volar
Pues cómprate una bicicleta para ir a la universidad, dijo Oscar mientras yo lo oía con fascinación. ¿Una bicicleta? La idea de subirme en una bicicleta y desafiar el caótico tráfico Bogotano sonaba descabellada. No había ciclorrutas, los buses se enfrentaban a muerte en la “guerra del centavo”, no se respetaban ni las más mínimas normas de tránsito y las calles eran sitios peligrosos donde se imponía la ley del más fuerte. Pensar en la cicla era realmente una locura... pero en 1993, veinte años atrás, las locuras ejercían en mi una poderosa atracción, difícil de resistir (igual que ahora). Además, definitivamente, necesitaba ahorrar dinero si quería llevar a buen término mi proyecto de independizarme, a pesar de estar cursando los primeros semestres de carrera. Pagué mi bicicleta con canciones, literalmente, y me llevé la “todoterreno” más barata que existía. Era verde, no tenía cambios y pesaba tanto como mis ganas de beberme la vida a borbotones. Aquel día guardé mis libros d...