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Mostrando entradas de 2014

Bailar empodera: Una mirada a los Derechos Humanos desde historias cotidianas

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Desde dónde yo estaba parada, aquellos niños se veían como una manada de jirafas corriendo alegremente por el campo. Eran unos 10, 15 niños, y entre ellos, una chica que no podía parar de sonreír;  con una de esas risas contagiosas que se irradian y hacen que todo alrededor se ilumine y parezca mejor de lo que es. Era imposible no mirarlos, tan seguros de si mismos, tan arriba, tan divertidos, tan amigos. Llevaban varias horas subidos en los zancos bajo el sol inmisericorde de Tumaco, pero esto no parecía afectar en nada su felicidad. Igual que todas las semanas, desde hace varios meses, ese día, en ese momento, solo había tiempo y espacio para la buena fortuna de estar juntos. Mientras aquellos pequeños gigantes hacían sus acrobáticas demostraciones, el orgulloso instructor nos explicaba cómo esta sencilla actividad está transformando, para mejor, la vida de cada uno de estos niños, y a través de ellos, la de sus comunidades. “ Los zancos nos han permitido pasar por encima de las fro

Presentes

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Sin importar cuánto hayan vivido, es increíble lo poco que dura la vida de algunas personas. Es la maravilla de las vidas bien vividas que logran hacer tanto, por tantos, con tan poco y en tan corto tiempo. Es la vida que se toma su tiempo, mucho o poco, el que sea necesario.  Carlos pasó por nuestro tiempo como un destello, y al final, sin siquiera imaginarlo, el halo que había dejado a su paso cambiaría para siempre la vida de tantos tantos otros, incluso la de quienes no llegamos a conocerlo. El día en que lo despedimos, con las manos entrelazadas y el corazón dispuesto, sus amigos sellaron un pacto de amistad para la eternidad, su propia eternidad. Ese día lloramos todos sin parar, nos abrazamos a nuestros pequeños hijos conmovidos con su profundo dolor y, aterrados ante la insoportable idea de su propia muerte, nos aferramos a la seguridad de un presente irrepetible e irremplazable. Ese día lloramos todos, lloró el cielo, lloró el tiempo.  Dolor En tan solo unos poco

Cuando la vida es música

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Dejo aquí las palabras que leí el domingo 19 de Enero de 2014, en el marco del concierto-homenaje que el maestro Fabio Cristancho ofreció a mi padre por una vida entera de generosidad y pasión por la música. Cada ocho días tengo el privilegio de asomarme a un mundo maravilloso. Cada ocho días, si estoy en Bogotá, me enfrento a la locura del tráfico, me cuelo entre los intersticios de mi agenda, le hago el quite a la cotidianidad, apago el celular y me sumerjo en otra dimensión. Cada ocho días, durante dos horas, me vuelvo música y el tiempo se hace elástico, se alarga y se eterniza entre el canto ronco y profundo de los violonchelos. Cada ocho días la experiencia de hacer y ser música con otros, reafirma mi convicción sobre lo colectivo. La posibilidad de construir con otros, y para otros, la importancia de inspirar y conspirar en torno a un propósito común. En cada ensayo Adriana, nuestra directora, maestra y primer chelo del cuarteto en el que toco, nos recuerda todo aquello qu